''Si no actúo, seguirían pegándole''

El senegalés Ismael Boyé, de 34 años de edad, y el ribadense Marco Antonio Dorado, de 39, que trabaja como vigilante de seguridad en un conocido comercio local, se fueron ayer a comer juntos, para estrechar los lazos de su nueva amistad. «No nos conocíamos de nada, pero ahora somos como amigos», señalaba el mariñano, que agradece «enormemente» que el inmigrante le hubiese «salvado de sufrir lesiones graves» como consecuencia de la paliza que le propinaron otros cinco hombres.

El incidente sucedió en el mes de octubre y, si bien Dorado reconoce haber cometido aquel día un error al dirigirse a un conocido, le pareció «excesivo» que cargasen contra él cinco personas.

 

 

 

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