Los ladrones se mudan a los pueblos

«Nueve de cada diez hurtos son de noche, hace falta vigilancia»
Aunque las juntas de seguridad de la Delegación del Gobierno siempre hablan de datos optimistas, lo cierto es que los crímenes en los municipios cántabros han crecido exponencialmente en los últimos meses. La deficiente vigilancia en los pueblos anima a los delincuentes a mudarse de la ciudad.
Ángel disparó. Ésta vez sí lo hizo. 
Las sombras de los cinco robos anteriores dejaron ver su rostro cuando se abalanzaron sobre él, y fue entonces cuando los perdigones del cartucho de su escopeta de caza se dispersaron por todo el bar. Uno de los ladrones murió, otro acabó herido. Un tercero salió indemne. Dicen sus vecinos que Ángel estaba harto de que, una vez tras otra, entraran con nocturnidad y alevosía a 'El Pradón', el restaurante que regenta desde hace años en Santillana del Mar. Han pasado siete días desde este suceso que despertó conmocionada a toda la región, pero, aunque trágico, es sólo la punta del iceberg de una oleada de robos que asuelan los pueblos de nuestra geografía con especial saña desde hace meses. Los crímenes han dejado de ser un coto casi cerrado de las ciudades, en este caso Santander y Torrelavega, y han decidido mudarse a las poblaciones más pequeñas.
Decía Pere Casaldáliga en su biografía 'Descalzo sobre la tierra roja', escrita por Francesc Escribano, que la duda nos hace buscar nuevas soluciones, nos hace reinventar el proceso, nos hace encontrar otras formas de mostrar lo que pensamos mientras que el miedo nos paraliza, nos impide la exploración fuera de los caminos marcados. Ángel, el propietario de 'El Pradón' no tuvo ese miedo, pero sí dudas, las que lo llevaron a desconfiar de la vigilancia policial por las noches y a actuar por sí mismo. Pero otros muchos hosteleros como él, aunque comprenden y disculpan lo ocurrido en Santillana, sí tienen miedo.
Los delincuentes emigran porque saben, por ejemplo, que en Santillana del Mar sólo existe una patrulla de la Guardia Civil encargada de la seguridad por las noches. Y, además, su ronda pasa por tres municipios más. Tiempo suficiente para actuar con impunidad y el tiempo que haga falta en cualquier comercio de la zona.
Es la misma razón por la que los hurtos en Laredo, Comillas, Somo y Pedreña, entre otros, crecen exponencialmente a pesar de que los informes de las juntas locales de seguridad de la Delegación del Gobierno digan otra cosa. La diferencia entre la tasa de criminalidad de un año a otro en los pueblos, según fuentes policiales, «se ha incrementado con mucha diferencia».
Robos cada fin de semana
El caso de Somo y Pedreña llama la atención. En apenas dos meses, los ladrones, tanto españoles como de países del Este, han entrado en el 'Bar Gelín', un videoclub, dos viviendas, el 'Bar Paqui', en cuatro naves del polígono industrial de Gajano, dos veces en la cervecería 'El Terzuelo', en un estanco y en varios automóviles, entre otros.
Por todas esas razones, Pilar, la propietaria del bar 'El Culebrero' ya sabía que le iban a robar «antes de que lo hicieran». «Son tantos hurtos por los alrededores que, tarde o temprano, íbamos a ser los siguientes», señaló. De su negocio se llevaron 800 euros de las máquinas tragaperras, y no pudieron conseguir más botín porque un vecino lo vió, llamó al bar y los ladrones se asustaron. «Entiendo al hostelero de Santillana, si no hay justicia, vamos a tener que ser justicieros nosotros».
El último robo en esta zona tuvo lugar el pasado domingo de madrugada, cuando los ladrones forzaron con palancas la puerta de las oficinas del campo de golf La Junquera. Dentro estaba la caja fuerte con la recaudación del torneo del fin de semana. Como los delincuentes no pudieron abrirla allí, la arrancaron de los tabiques de ladrillo donde estaba encajada. «No se llevaron las pantallas planas de ordenador ni una cámara de fotos que había en la mesa, iban directos a por el dinero», explicó uno de los responsables del campo.
En Santander y Torrelavega el número se mantiene estable. Según ha podido saber este periódico, los robos en comercios en estas ciudades suponen el 25% de los delitos cometidos cada año desde 2007, mientras que en viviendas la cifra sigue inmutable en el 35% desde el mismo año.
El perfil que maneja la Policía Nacional sobre los autores de la mayoría de robos responde a ex militares de países del Este que han perdido su trabajo y, organizados en bandas, se dedican al hurto en comercios, viviendas y clonación de tarjetas de crédito. En la mayoría de sus delitos suelen portar armas blancas, pero en Cantabria no existen casos en los que hayan utilizado armas de fuego, tan sólo pistolas de fogueo que imitan a las reales para amedrentar a las víctimas.
Aunque su radio de acción también incluye las ciudades, éste se ha extendido a los pueblos, donde se ubican las casas señoriales y las urbanizaciones de lujo. Su 'modus operandi' en éstas es muy amplio, pero uno de los más usados comienza con un niño o una mujer pidiendo limosna. Si nadie abre la puerta, vuelven al día siguiente, y al siguiente... hasta que confirman que la casa está vacía y, entonces, entran para llevarse joyas y dinero. Si las persianas están bajadas durante un par de días, no suelen esperar tanto.
Es imposible colocar a un policía o a un guardia civil en la puerta de cada comercio, pero quizás un aumento de plantillas y una organización distinta de los cuarteles podría mitigar esta oleada de robos.

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